Somos una universidad de alta calidad inspirada en el Evangelio de Jesucristo, que desde el humanismo cristiano y en un ambiente de libertad crítica, apertura y respeto, asume el compromiso de ser apoyo en la construcción del proyecto de vida de la persona, mediante el desarrollo de procesos de docencia, investigación y proyección social, en la formación integral de profesionales éticos y competentes al servicio de la comunidad y la región.
La Universidad Católica de Pereira, acreditada institucionalmente, será reconocida en el 2034 como una institución innovadora, emprendedora y multicultural, que promueve en el ámbito de la ciencia y la tecnología las mejores prácticas de formación, investigación, proyección social e internacionalización, para hacer de la educación un proyecto que construye y dignifica la persona. Orientada por el humanismo cristiano, y a través de nuevas modalidades de formación, tendrá un amplio campo de acción generando crecimiento sostenido y sustentable.
La Universidad Católica de Pereira, fundamentada en sus principios y valores institucionales, será reconocida por la calidad de sus procesos, la capacidad de servicio y su vínculo permanente con organizaciones externas de diversos sectores, para brindar soluciones a la comunidad, así como por ofrecer las mejores condiciones de permanencia y desarrollo a su talento humano.
I
Refulgentes y vívidos rayos
del sol, lumbre perenne, inmortal:
Jesucristo, lucero de lo alto,
ilumina la Universidad.
A su imagen se talla lo humano:
arte, ciencia, riqueza espiritual,
vida plena, criterio formado
¡ser persona, ser gente, ser más!
Coro
Alma Mater, matriz de humanismo,
huerto fértil de gente de bien;
calidad y verdad son su norte,
dignidad y bondad, su bajel.
Del tesoro del santo Evangelio
recabamos la luz y el poder:
En Jesús se revela el misterio
de lo humano en total brillantez.
II
Incubada en anhelos, ensueños
e ilusiones del alma escolar,
fue acogida con férvido empeño
y engendrada en la entraña eclesial.
Su propósito: ser firme apoyo,
y llamado de la libertad:
¡construirse con resuelto aliento,
como gente de bien y capaz!
III
No nació para el bien de sí misma,
ni pretende su gloria buscar;
su tarea, su norte y su meta
es servir con conciencia social.
Atalaya de ciencia y justicia
defensora de la dignidad
fiel heraldo de buenas noticias
forja y sueña vida y bienestar.
IV
Convocados en torno a la ciencia,
a la técnica, el arte, el saber
damos forma a la inteligencia
como artistas de un diestro taller.
El encuentro de las disciplinas,
el estudio con juicio y rigor
el debate y la crítica seria
al servicio de un mundo mejor
El ser y el quehacer de la Universidad están inspirados y orientados por unos principios, valores y criterios éticos definidos.
La Universidad está comprometida con el bien común y actuará siempre en conformidad con los valores de justicia, equidad, honestidad, libertad, solidaridad, verdad y responsabilidad. Como institución académica, es consciente de su responsabilidad científica tanto en la transmisión como en la producción y aplicación del conocimiento.
En el desarrollo de sus actividades, la Universidad propende por la formación ética de sus estudiantes, de tal manera que tanto en su vida como en el ejercicio de su profesión estén orientados por criterios claros y manifiesten rectitud y compromiso con el bien.
La Universidad velará porque sus docentes, personal administrativo y de servicios sean conscientes de su responsabilidad, tengan actitudes de honestidad y rectitud y las manifiesten en sus comportamientos. Les ofrecerá oportunidades y elementos para el fortalecimiento de la dimensión ética, de tal modo que puedan fundamentar y enriquecer su conciencia y sus criterios de valoración y acción.
En la reflexión y la definición de los valores éticos, la Universidad, en razón de su naturaleza y su misión, se inspira en la fe católica.
La Universidad Católica de Pereira está inspirada en la búsqueda y el amor a la verdad. Como institución educativa y científica, pretende conservar, transmitir, producir y aplicar el conocimiento, pero su propósito va más allá: llegar a la verdad. El conocimiento de una realidad se alcanza cuando, mediante la experimentación y el ejercicio de la razón, se observan críticamente los fenómenos y se inducen las leyes que los rigen. Para llegar a la verdad se requiere, además de la razón científica, la sabiduría, que permite desentrañar el misterio profundo de las cosas y su sentido.
Según la fe cristiana, Dios es la fuente de la verdad y la comunica a quien se abra a su revelación.
La Dignidad Humana es aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte. Esta condición eleva al ser humano por encima de cualquier otro ser de la naturaleza y lo constituye en señor de la misma. La dignidad le pertenece consustancialmente al ser humano; no obstante, a la vez que es una condición que posee, es una tarea en la que debe comprometerse permanentemente: debe estar viva en su conciencia y manifestarse en sus palabras, de tal manera que genere el proyectos, comportamientos y actividades, de tal manera que genere el respeto hacia sí mismo, hacia los demás y hacia toda la obra humana. En este sentido, todo ser humano debe asumir su existencia como un proceso de dignificación creciente de sí, de las personas y del mundo que lo rodea.
La Universidad ha de constituir un ambiente propicio para que sus miembros vivan y crezcan en dignidad, ambiente que debe animar el aula de clase, las relaciones funcionales y afectivas, el ejercicio político y ciudadano, la vida social y cultural. De igual forma, la Universidad debe ofrecer a todos sus integrantes las condiciones y oportunidades para el ejercicio y desarrollo de su dignidad.
En la revelación cristiana, la dignidad es la manifestación de la condición propia del ser humano como hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza.
La Universidad Católica de Pereira se concibe como una organización al servicio de la sociedad, en particular la de su zona de influencia, y para el bien de los estudiantes y demás miembros. Por lo tanto, La Universidad Católica de Pereira no existe para sí misma, sino para contribuir al desarrollo sostenible de la sociedad, a la formación de sus estudiantes y a la realización del proyecto de vida de sus docentes y administrativos. Enmarcado este concepto en la visión cristiana, significa que sus intereses estén inspirados en la búsqueda del bien común y todo su ser y quehacer están animados por ese espíritu de servicio, a imagen de Jesús que “no vino a ser servido sino a servir”.
La Calidad, entendida como búsqueda de la perfección, es el valor que moviliza el ser y el quehacer de la comunidad universitaria de la Universidad, tanto en el desarrollo de los procesos como en la obtención de los resultados, con miras a alcanzar el bienestar y el desarrollo de la persona y de la sociedad.
La calidad apunta a la consolidación de escenarios propicios para el desarrollo integral y sostenible de la comunidad universitaria, en consonancia con los valores cristianos. La opción de la Universidad por la calidad genera una dinámica de mejoramiento continuo en toda la institución y cada una de sus dependencias.
Para cada integrante de la Universidad Católica de Pereira, la calidad implica asumir la propia vida como una ruta permanente de conversión en la que se reconozcan con la humildad las propias limitaciones, de tal manera que se transforme en oportunidad de crecimiento. La calidad es una condición superior de lo humano y de cada una de las manifestaciones.
La Universidad buscará altos niveles de calidad a través del mejoramiento continuo de procesos y actividades, de tal manera que se logre en todo momento la satisfacción plena de las necesidades del cliente interno y externo. Por esto, la calidad se asume como un compromiso y un objetivo para todos los integrantes de la comunidad universitaria.
La Universidad Católica de Pereira, más que un lugar físico, es una unión de fuerzas de todos sus miembros. La Universidad somos todos.
Es por eso que las personas que a ella se vinculan deben tener capacidad para empeñarse en el logro de su misión, a través de una actitud de pertenencia y de su apropiación del ser y del quehacer de la institución.
En este sentido, los integrantes de la comunidad universitaria deben estar vinculados a la Universidad de manera efectiva y afectiva. Efectiva por cuanto interactúan, participan y hacen suyos los propósitos y objetivos de la Universidad. Afectiva, por cuanto han desarrollado actitudes de simpatía y empatía, comunión profunda de sus intereses, proyectos y procesos. A su vez, la institución asume compromiso de posibilitar que sus miembros logren realizar su proyecto personal de vida.
En el espíritu del Evangelio, el compromiso se define como opción por el Reino y por su extensión en el mundo.
La fraternidad, como concepto universal, se erige sobre los pilares de solidaridad, igualdad y respeto hacia la dignidad humana. Está intrínsecamente relacionada con los valores cristianos de amor al prójimo y cuidado de la comunidad.
Inspirada en el evangelio y siguiendo la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, la fraternidad nos insta a reconocer, ver y tratar a cada persona como un hermano o hermana, sin importar su condición o nuestras diferencias individuales.
En el contexto universitario, la fraternidad se manifiesta en la capacidad para fomentar un ambiente de respeto, inclusión, comprensión y solidaridad porque todos se reconocen como iguales, miembros de una misma familia. De ahí que este valor nos impulsa a promover un diálogo respetuoso, a acoger a aquellos que son diferentes a nosotros y a colaborar para abordar los desafíos sociales y promover el bien común.
La fraternidad también nos compromete a fomentar la cultura del encuentro, del compañerismo y del respeto mutuo; a rechazar todo tipo de discriminación, odio o violencia hacia los demás. Siguiendo las palabras de Jesús, quien nos instó a “amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado” (Juan 13,34), nos esforzamos por hacer de nuestro campus un espacio donde cada persona se sienta valorada y parte de la familia universitaria.
En última instancia, la fraternidad, como valor institucional, nos convoca a todos a trabajar juntos como servidores de la humanidad en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y pacífica.
La primera estrofa, con la que inicia el himno propiamente, presenta de entrada a Jesucristo como fuente de la Universidad, su guía, su fuerza y su modelo. Se le invoca acudiendo a una antiquísima figura cristiana, que está también representada en el escudo del Alma Mater; él es "el sol que nace de lo alto" (Lc 1,79) , "el lucero que no conoce ocaso" (liturgia de Pascua), "luz verdadera que alumbra a todo hombre" (Jn 1,9), "el sol de justicia que trae en sus alas la salud" (Mal 4,2), la luz indeficiente que se manifestó al "pueblo que andaba en tinieblas" (Is). Jesucristo es como el sol, "lumbre perenne, inmortal", que ofrece sus "refulgentes rayos", su luz a la Universidad para que realice su misión con claridad y bien orientada.
Que Jesús es el sol que ilumina la Universidad, significa que su Palabra y su mensaje arrojan permanente claridad sobre su misión; que él enciende el celo por la tarea educativa y por el servicio; que de él proviene la fuerza que la Universidad y sus miembros necesitan para perseverar y realizar sus propósitos. La fe cristiana, que propone y proclama la persona y el mensaje de Jesús, entra en la Universidad en diálogo con la ciencia, el arte, la técnica, la racionalidad económica y política, con el fin de tanto en la vida del maestro, el investigador o el estudiante, como en el desarrollo de la disciplinas y las artes se pueda leer la realidad desde el designio de Dios.
La Universidad es un taller de "vida humana", y es así como la Universidad ha entendido su misión desde su creación. A ella vienen los estudiantes buscando ante todo las condiciones y posibilidades para llegar a ser plenamente humanos, para ser felices, para realizarse como hombres y mujeres. En este sentido, Jesús de Nazaret, como manifestación plena de lo humano, aparece como una imagen a la luz de la cual todos pueden aprender a ser personas y tallar en su ser natural la grandeza de la semejanza divina. Todo en Jesús encuentra sentido: la ciencia, el arte, la riqueza espiritual y, en particular, la vida en plenitud, con criterio lúcido; todo para que el estudiante, y en general los miembros de la comunidad universitaria, avancen en el proceso de "ser personas", "ser gente" y "ser más".
La perspectiva de la institución es, ante todo, "el ser", en conformidad con la antropología cristiana que considera que es allí, y no en el "tener", el "saber", el "placer" o el "aparecer", donde se alcanza felicidad y plenitud.
La Universidad nació de la iniciativa de un grupo de estudiantes deseosos de aprender; fueron sus "anhelos y ensueños" los que los movieron a asociarse para estudiar y formarse humana y profesionalmente; por eso se dice que la Universidad fue incubada en el "alma escolar" de estas personas ilusionadas con su crecimiento y progreso.
Este proyecto, como bien lo cuenta la historia de la historia de la Universidad, a petición de los estudiantes, fue asumido por la Iglesia Particular de Pereira, la cual, siempre con el parecer de los estudiantes, le imprimió su orientación católica y la consolidó como institución de educación superior. En esa decisión, la Iglesia diocesana estuvo movida por su ferviente empeño y voluntad, en conformidad con la centenaria tradición educativa de la comunidad eclesial. En su seno, el proyecto educativo se gestó, tomo forma y se afirmó con el rigor y la claridad de principios que ahora muestra con convicción profunda y con deseo de servir a la juventud ya la región.
Entre esos principios está la voluntad de ser apoyo para que el estudiante asuma con decisión y seriedad su proyecto de "ser gente, gente de bien y profesionalmente capaz". Al definir su papel como "apoyo", la Universidad sienta con claridad su filosofía educativa y pedagógica: la institución, con todos sus recursos humanos (maestros, estudiantes, empleados, directivos), físicos, culturales y académicos, pretende ser apoyo para el estudiante, pero el sujeto del proceso es él mismo; a cada estudiante le corresponde asumir el "llamado a su libertad" para diseñar y realizar su proyecto personal de vida, con autonomía, decisión y responsabilidad.
"Ser gente", expresión que expresa la misión y que el himno del Alma Mater, tiene en la cultura regional un significado bien profundo: alude a la condición y nobleza de alguien que asume con dignidad y señorío su carácter de "persona humana". Esta noción, tomada de la sabiduría popular, tiene implícito el reconocimiento de que cada ser humano, por el hecho de pertenecer a la especie, posee la condición de dignidad que lo enaltece, pero a la vez es preciso desarrollar en la existencia esa condición para crecer en calidad humana, apropiando todo lo que la sociedad le ofrece y lo que la naturaleza le ha otorgado. La Universidad no agota su misión en los procesos de formación profesional, sino que considera fundamental para su proyecto educativo, apoyar el desarrollo personal y la formación humana tanto de sus estudiantes como de sus demás miembros. Sobre la base de una formación humana sólida, integrada y armónica, el estudiante va construyendo la capacidad profesional y el desarrollo científico y técnico.
Convicción profunda de la Universidad es la de que una institución educativa y en particular una universidad, no existe como una empresa al servicio de sí misma ni está detrás de su propia gloria ni pretende erigirse como un poder o un monumento al conocimiento por el conocimiento mismo. Su vocación es el servicio, entendido como la voluntad eficaz de contribuir al desarrollo de los estudiantes, la región y sus habitantes; en el centro de su ser y su quehacer está el ser humano y el éxito del Alma Mater se mide por lo eficaz que haya sido en el cumplimiento de esa tarea; debe ser posible medir esa eficacia, y al mismo tiempo eso debe ser percibido tanto por sus estudiantes y demás miembros de la comunidad universitaria, como por la sociedad. Esta estrofa elabora uno de los principios institucionales de la Universidad.
Este servicio se manifiesta y verifica en muy diversas tareas de la Universidad; en esta estrofa se recogen algunas: le corresponde a ella ser vigilante crítica de los procesos sociales, con el fin de que garanticen la justicia social y el respeto a la dignidad del ser humano; esto lo realiza mediante la reflexión científica, social, política, ética y, por supuesto, teológica. Le corresponde, igualmente, ser "heraldo" de buenas noticias, lo que significa que busca desarrollar su quehacer de tal manera e inspirada en principios éticos tales, que lo que produzca, difunda y enseñe contribuya al bienestar de las personas, es decir, sea percibido como "bueno", "justo" y "de calidad": como una buena noticia, porque impulsa procesos de realización humana tanto en la dimensión individual como colectiva.
En este sentido, la Universidad contribuye a desarrollar dos procesos fundamentales en la vida de una sociedad: "soñar" con un futuro de exaltación y respeto de la vida de tal forma que contribuya a la creación de condiciones de bienestar; "soñar", "disoñar" y "diseñar" un futuro más amable y humano. Igualmente, contribuir a forjar ese futuro soñado, mediante los procesos propios de la actividad educativa: la formación humana, la ciencia, la técnica, el arte y la cultura, siempre con perspectiva trascendente.
Los campos en los que se desarrolla la actividad de la Universidad son la ciencia, la técnica, el arte, la sabiduría y en general la cultura. Por ello, la comunidad universitaria toda se siente convocada en torno a la participación en el desarrollo de esas actividades y productos humanos. En desarrollo de esas tareas, la Universidad se ocupa de lo que considera uno de sus propósitos más importante: dar forma a la inteligencia. "Dar forma" se comprende como una tarea artística y de creatividad e imaginación: crear las actitudes, aptitudes y sensibilidades adecuadas que permitan al ser humano obrar inteligentemente, es decir, penetrando con su capacidad de lectura crítica, el interior de los procesos, los fenómenos y los objetos con el fin de desentrañar su "ser más profundo", mediante el uso de la ciencia, la filosofía, la perspectiva ética y la teológica.
En el desarrollo de su actividad, como dice la misión, la Universidad propicia y promueve el encuentro de las disciplinas (interdisciplinariedad), el estudio riguroso y crítico (con juicio), el debate y la crítica seria y responsable, todo esto movido por el "amor a la verdad" y la voluntad de contribuir a la construcción de un mundo mejor. La Universidad, como toda universidad, es un espacio abierto para la libre discusión y la búsqueda de la verdad.
En el CORO se presenta a la Universidad como "Alma Mater", expresión latina usada con muchísima frecuencia para referirse a la milenaria institución universitaria; se le define como "madre", porque de alguna forma engendra, gesta y da a luz seres humanos en sentido socio cultural; se le llama "nutricia" (del verbo latino aloo, ales, alere, alimentar, nutrir; de allí vienen las palabras españolas alimento y alumno) porque ofrece alimento espiritual a los miembros de la sociedad: la cultura con todos sus bienes lingüísticos, éticos, artísticos y estéticos, religiosos, espirituales, sociales y políticos, filosóficos, axiológicos, cívicos y ciudadanos, científicos y técnicos.
Como "Madre nutricia", la Universidad se presenta como un espacio humano para el desarrollo personal, y en ese sentido reviste las características de una madre que concibe, gesta y da a luz, pero también acompaña al "hijo" en su proceso, lo orienta, lo rodea de los mejores cuidados, le ofrece las condiciones adecuadas y los recursos y posibilidades (apoyos, diríamos en el lenguaje institucional); madre, en fin, porque sabe que el fin de sus cuidados no es el bienestar de ella, sino el desarrollo autónomo del estudiante: la Universidad lo alberga para que salga luego en libertad a ejercer su profesión y a realizar su proyecto de vida.
"Matriz de humanismo": nuevamente se recurre a la figura de la madre, esta vez en la expresión "matriz" como seno y lugar en el que se gesta una persona. En este caso, la Universidad es "matriz de humanismo" porque, en primer lugar, su misión es que el estudiante (y todos los miembros de la Universidad) se humanice en el sentido de que avance en su proceso de plenificación como ser humano singular; en segundo lugar, porque la Universidad genera y gesta humanismo para la sociedad, es decir, riqueza cultural, humana, espiritual y defensa de la centralidad de la persona en al vida de comunidad y la nación. Todo eso lo produce mediante el trabajo académico que recoge lo mejor que se cosecha en el mundo de las ciencias, las artes y el pensamiento para incorporarlo a la institución y luego proyectarlo a la sociedad; mediante la investigación, igualmente, produce cultura y desarrollo espiritual para enriquecer la vida humana, acumular humanismo y participarlo al medio ambiente.
Humanismo es una expresión de origen muy antiguo (Renacimiento, medioevo) que alude al desarrollo y la dignificación que va alcanzando el ser humano mediante su actividad espiritual e intelectual, bagaje que se va acumulando para ser participado a las nuevas generaciones.
La Universidad se compara luego con el símil de un "huerto fértil"; en efecto, la Universidad es ante todo un "ambiente" propicio para que la vida humana desarrolle sus potencialidades, de manera semejante a la semilla, que encuentra en la tierra fresca, abonada y acogedora, el ambiente para retoñar, crecer y dar fruto. La Universidad entiende su misión, no como una tarea directiva que desde fuera "educa" o "forma", sino como ambiente que ofrece condiciones y recursos para la autoconstrucción del estudiante. El fruto que se cosecha en este huerto, es llamado aquí "gente de bien", usando una expresión propia del lenguaje institucional con la que se alude al desarrollo y la calidad humanos que se aspira logre el estudiante en su proceso de formación en el Alma Mater.
La Universidad tiene claramente definidos su proyecto y su norte; en el coro se señala que los valores de la calidad y la verdad son componentes fundamentales de lo que se quiere ser y funcionan como faros, referentes, objetivos de su trayectoria institucional. Pero ese itinerario no se recorre de cualquier manera, sino que la institución navega sobre una bien cimentada estructura institucional, que, como una embarcación (bajel), ofrece seguridad, firmeza, solidez ética y fundamento axiológico: no se navega de cualquier manera, se avanza con criterio claro que imprime al quehacer universitario respeto por la dignidad de los seres humanos y opción irrenunciable por el bien tanto en sus fines, como en sus medios y procesos.
Referente fundamental de la Universidad, por ser una universidad católica, es el Evangelio de Jesús; de él se extrae la sabiduría y la fuerza necesarias para cumplir su misión: por un lado, claridad para entender la vida y por otro la fuerza de la gracia para asumir el compromiso educativo. El Evangelio es fuente de luz y de poder, es decir, ilumina el espíritu para saber buscar y hacer, pero al tiempo lo capacita por la gracia para que se comprometa con la realización de la propia existencia y con la misión de la Universidad.
Los fundamentos de su ser y su quehacer como institución educativa los obtiene del Evangelio; en particular, del Evangelio saca la Universidad las orientaciones, perspectivas, criterios y referentes para comprender lo humano, porque es allí donde se manifiesta la plenitud humana de Jesús y en él se revela el misterio de lo humano: lo que es el ser humano en el sentido más profundo y genuino, lo conocemos en un miembro de nuestra especie que ha realizado de la manera más perfecta el sueño de Dios sobre la humanidad: Jesús.
Las cuatro estrofas del himno pretendieron recoger los elementos fundamentales de su ser y su quehacer: en la primera, la misión general de la Universidad que nace de Cristo y pretende apoyar la formación de personas en sentido auténtico, de "gente de bien". La segunda estrofa recuerda el origen de la Universidad y resalta otra vez su misión. La tercera retoma un aspecto fundamental de su ser institucional: el servicio, un servicio con conciencia social, talante crítico, vocación de justicia y humanismo. La cuarta se concentra en su función académica, al servicio del conocimiento y de las diversas formas del espíritu y la cultura humana.
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